Los reptiles prehistóricos que desparecieron en el resto de la Tierra lograron sobrevivir en el País de las Nubes Permanentes. Sus descendientes fueron evolucionando y algunas especies llegaron a ser domesticadas por los habitantes de la zona.

Los dragones voladores se han transformado en el medio de transporte habitual en el país, el equivalente al caballo en la coetánea Europa medieval. Se trata de animales de huesos huecos, muy musculosos y ligeros como las aves. Su superficie alar es lo suficientemente amplia para volar a altas cotas y planear si es necesario. Estos dragones, dóciles y por lo general fieles, pueden en algunas ocasiones volar durante distancias muy largas y salvar de esta forma a sus pilotos. Las monturas llevan tres riendas para manejar al animal en el espacio tridimensional por el que se mueven.

Por más que los pobladores del lugar crean fervientemente que no existe nada -aparte de una muerte segura- por debajo de la espesa capa de nubes, es indudable que estos reptiles voladores han sido vistos en distintas partes del planeta. Se da por cierto que el impacto de estas apariciones ha derivado en numerosos mitos y leyendas populares, desde los dragones orientales hasta San Jorge.

 
Hay diferentes especies de dragones domesticadas, cada una con unas características determinadas, y es por eso que el aspecto de la montura que utiliza el Mercenario ha variado a lo largo de los diferentes volúmenes de la serie.

Al entrar en la Orden del Cráter adopta la montura habitual del Monasterio, una especie aerodinámica preparada para volar largas distancias y a distintas altitudes. La montura se emplea además como almacén, ya que en la parte posterior de la silla se colocan víveres, armas y agua.