|
- n la enorme zona montañosa centro-asiática,
vertebrada por la gran cordillera del Himalaya, corren una serie de
misteriosas e inquietantes leyendas. El Yeti, el valle de la Eterna
Juventud y el monasterio donde se guarda la Cultura Universal no son
más que una pequeña parte de estas historias que se transmiten de
boca en boca.
Una de estas leyendas, quizás la menos conocida,
nos habla de un curioso país que existió hace
cientos de años. Era éste un extenso valle
rodeado completamente de altísimas montañas,
dentro del cual había una capa de nubes
permanentes. Por encima de esta capa sobresalían
masas montañosas que formaban mesetas, valles,
ríos y un enorme lago. Algunos picos que
surgían aislados se asemejaban a islas en medio
de un mar algodonoso y blanco. Su clima no era el
frío glacial que correspondía a tan alta cota,
sino cálido y agradable, sin duda termorregulado
por la excepcional configuración geológica.
En este país de las alturas floreció una
civilización que tenía una particularidad
sorprendente: sus habitantes se desplazaban
montados en dragones voladores. Parece ser que
las glaciaciones que motivaron la desaparición
de los dinosaurios en la Tierra no afectaron a
este cerrado valle y los reptiles voladores
fueron evolucionando hacia formas más perfectas,
siendo domesticados por los pobladores del país.
Estos reptiles debieron de ser vistos
circunstancialmente en distintas partes del
planeta, dando lugar a numerosas leyendas
medievales y cuentos populares tanto en Oriente
como en Occidente.
Los habitantes del País de las Nubes habían
seguido un desarrollo paralelo al resto de las
civilizaciones terrestres, y hacia el año mil de
nuestra Era es cuando se han de situar las
aventuras de nuestro protagonista, un guerrero de
fortuna al que se conoce como "El
Mercenario".
|