PALETA DE COLOR

Cada artista tiene su propia paleta de colores. Yo utilizo sólo once, es decir, los cuatro o cinco básicos más algunos ya mezclados que me resultan imprescindibles.
 
   

1. Los colores básicos

       
  En ocasiones, he oído decir a algún artista aficionado que sólo usaba los tres colores básicos: amarillo, rojo y azul. Hay que suponer que, si pintaba al óleo, también utilizaría el blanco.
   
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  Sinceramente, creo que esto es un error. Es verdad que añadiendo amarillo al azul sale un bonito verde, y que con un poco de rojo y amarillo obtenemos un aceptable naranja. Pero también es cierto que con rojo y azul jamás conseguiremos ningún color de la gama de los violetas por la sencilla razón de que el rojo es carmín más amarillo.
       
  En Artes Gráficas se trabaja con cuatro tintas: amarillo, carmín (magenta), azul (cyan) y negro. Con ellas, y jugando con el blanco del papel, consiguen todos los demás colores. No obstante, cuando se trata de pintar, la respuesta de los óleos no es la misma que la de las transparentes tintas de imprenta.
     
    2. Mi paleta habitual
       
       
       
 

Por este motivo utilizo once colores. Después de muchos años de pintar al óleo, he llegado a la conclusión de que lo más práctico es hacerse uno mismo los colores partiendo de los básicos, pero disponiendo también de algunos tonos prefabricados que faciliten el trabajo. Mi paleta está compuesta por los siguientes colores: blanco, bermellón, amarillo, naranja, ocre, verde azulado, verde esmeralda, azul de Prusia, violeta, carmín y negro.

Hay que tener en cuenta que hay pinturas más transparentes que otras y a nosotros lo que nos interesa es la opacidad. Yo uso rojo, amarillo y naranja de cadmio porque son muy cubrientes. El cuanto al blanco, prefiero el de titanio porque es muy brillante y cubre bien.

     
    3. Algunas tonalidades base
       
       
       
 

Bermellones y naranjas con blanco son una buena base para las carnes, que luego pueden entonarse con grises. El naranja más negro, añadiendo otros tonos, nos facilitará las clásicas tierras y sombras.

       
  El verde esmeralda con negro es muy útil para los mares, pero transparenta mucho y a veces es preferible fabricar el verde con azul y amarillo.
       
  El azul resulta un color delicado: debe ser intenso y limpio. El ultramar tiene algo de rojo y no permite conseguir celestes limpios, y el Prusia no va bien para los violáceos. Si no se encuentra el azul ideal, es mejor disponer de los dos y también del azul cobalto.
       
  El ocre es ideal para los dorados, añadiendo blanco y amarillo.
       
  Utilizo mucho el negro. En contra de algunas opiniones, considero que la gama de los grises se puede hacer perfectamente con el blanco y el negro. Sólo hace falta entonarlo después con una pizca de otro color. Es una gama muy interesante y hay que practicar con ella porque proporciona riqueza de color a toda la obra.
   

Los colores, unos más que otros, quedan mates al secar. El barnizado hará subir los colores y dará uniformidad al conjunto, a la vez que protegerá la pintura. Si el original va a ser reproducido, conviene que el barniz no sea brillante porque molestará en el proceso de escaneado o fotografiado. No obstante, ese problema podría resolverse si se hace una diapositiva del original con luz polarizada.

 

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